Un problemática sin fin
Por Macarena Gómez Miñano y Paula Benitez Vescio
Las calles de Morón son el escenario de esta historia que aun en el siglo veinte sigue preocupando a los ciudadanos. Aunque los autos sean cada vez más sofisticados y costosos, por las calles de esta localidad bonaerense siguen transitando caballos como transporte de carga, como ocurría siglos atrás. Sin ningún tipo de protección, los animales caminan kilómetros tirando un carro cargado de cartones y residuos varios. Avanzan lentamente, trabajan de sol a sol, hasta que tempranamente les llega la muerte.
Del otro lado de la escena, un manojo de funcionarios indecisos barajan diferentes alternativas que tienen que ver con acallar, conciliar y postergar. Desde 1996 una normativa fantasma que existe pero no se cumple promete cuidarlos y liberarlos del trabajo esclavo al que son sometidos. Sancionada por el Concejo Deliberante local, esta ordenanza municipal 076/96 establece la prohibición de la circulación de vehículos de tracción animal. Sin embargo, sin ninguna autoridad controlando su cumplimiento, los caballos siguen pasando por cada esquina y sufriendo en su camino.
“El carro está en pésimas condiciones, destartalado, y al caballo siempre se lo ve cansado y sin energía. El cartonero le pega con un alambre cuando quiere que avance, y el caballo ya ni se queja, solo empieza a caminar muy lentamente. Es un peligro para cualquiera que deje el auto estacionado en la calle, porque este señor no tiene conciencia de las dimensiones del carro y muchas veces le ha pasado muy cerca a los vehículos”, explicó Juan Bautista Gómez, que vive sobre la calle Yatay al 300 y es vecino del barrio desde hace más de 60 años.
Sin embargo, a pesar de los problemas que conlleva esta actividad en cuanto a la circulación vial y los inconvenientes que puedan sufrir los vecinos, hay dos aspectos que no se pueden desconocer. Por un lado, para las personas que utilizan estos carros, recolectar cartones y residuos se convirtió en una salida laboral y, en muchos casos, su única fuente de ingreso. “Es lo único que tengo para moverme, no lo elegí. Trato de cuidar al caballo como puedo. Si me dieran una opción mejor lo aceptaría”, destacó Julio, quien cartonea desde hace 15 años siempre por la misma zona.
Por otro lado, la situación más grave en este caso la viven los animales, quienes torturados y en muy malas condiciones pasan sus días. Cargan adultos, niños, carros, cartones, botellas y quién sabe qué más. Los kilos les pesan mucho más que los años y, sin embargo, siguen adelante. Pasan por situaciones de hambre, sed y maltratos. Cuando ya están mayores los abandonan sin mirar atrás, en busca de un nuevo animal, más fuerte y joven, que puedan volver a utilizar.
A pesar de que esta situación está a la vista de todos, nadie toma cartas en el asunto. Durante todo el año 2017 el Área de Zoonosis del Municipio de Morón rescató tan solo a tres caballos. Según lo que explicaron desde el Municipio esto ocurrió de manera excepcional debido a que eran casos derivados por la Justicia ya que eran animales que estuvieron involucrados de alguna u otra forma con robos. “No existe hasta hoy un plan sistemático de recuperación de caballos en el municipio. Los animales rescatados durante el año pasado fueron trasladados a un predio para su rehabilitación, aunque en realidad el espacio no tiene la infraestructura adecuada para tenerlos. Esos animales aún continúan en rehabilitación, y su evolución está siendo acompañada por una etóloga profesional que estudia el comportamiento de los animales. Sin embargo, muy pronto va a haber que encontrarles otro lugar para reubicarlos porque las condiciones de este predio no están ni cerca de ser las óptimas”, detalló Ailén Diap, encargada de Prensa del Departamento de Zoonosis municipal.
Edgardo Salvo es veterinario y fundador de la ONG “NoMasTaS” (“No más tracción a sangre”) y fue una de las personas que se encargó de la recuperación de los animales. “En general los caballos que son utilizados para la tracción a sangre tienen una vida muy corta y llena de sufrimiento. Por los malos tratos, los golpes, y el peso excesivo que cargan, sus cuerpos están llenos de heridas, llagas, y cortes. Muchos de ellos tienen traumatismos en el cráneo”, explicó.
A esto se le suma el problema de la desnutrición, debido a que la mayoría de los dueños no se ocupan de alimentarlos, por eso los animales pueden pasar varios días sin comer y terminan ingiriendo basura, plástico, o cualquier elemento que tienen a disposición. “Esto les causa también cólicos obstructivos o gaseosos, que son una de las enfermedades más dolorosas para un caballo, ya que mueren agonizando por horas. Además, al ingerir agua de la calle, que está infectada con orina de rata, desarrollan Leptospirosis, una enfermedad que es transmisible a los humanos y puede ser peligrosa”, agregó el especialista.
Otro de los problemas que presentan son las infosuras, que son inflamaciones en la zona del casco (pie), como consecuencia de la interrupción de la circulación de sangre hacia la zona. Esto ocurre cuando el animal trabaja muchas horas sin descanso, si está mucho tiempo parado inmóvil, o si las herraduras están mal aplicadas.
El Concejo Deliberante de Morón fue el organismo que hace 22 años sancionó la prohibición para que esto no ocurra más en las calles del distrito pero eso nunca dejó de suceder. Consultada por esta situación, la concejal por “Cambiemos”, Romina Fusco, explicó: “En el Concejo se trataron proyectos para mejorar la situación actual pero sin un organismo de control eficiente, no alcanza. Recibimos varios reclamos y denuncias de vecinos sobre la situación actual. Yo como concejal recorro los barrios y sé que es una realidad”.
Cansados e impotentes ante la imposibilidad de poder evitar estas muertes, algunos vecinos decidieron ir más allá del reclamo y también realizar una propuesta para revertir esta situación. De esta forma, a través de una juntada de firmas en la plataforma Change.org, más de 1500 vecinos se manifestaron en contra de la tracción a sangre.
Por otro lado, algunos más corajudos decidieron confrontar el problema desde las calles donde se origina. Viviana Carabajal, por ejemplo, presentó su idea ante el Concejo Deliberante, en donde propuso que las escuelas técnicas y de oficios puedan fabricar nuevos carros para que sean utilizados por los cartoneros y vendedores ambulantes de la zona. A estos se les sumaría una bicicleta o un triciclo, reemplazando a los caballos que están actualmente, y que de esta manera se erradique la tracción a sangre.
En otros municipios y ciudades, como en Lomas de Zamora, el reemplazo de carros por bicicletas o vehículos motorizados ya es un hecho. El programa se llama "Un caballo por un motocarro" y fue implementado por la Subsecretaría de Educación y la Dirección de Zoonosis de la localidad bonaerense. En este caso los vehículos fueron fabricados por los alumnos de las escuelas técnicas -al igual que se propone en Morón- y se utilizaron motos incautadas por la Justicia, que se reciclaron para este nuevo fin.
Si bien el proyecto de la vecina Carabajal logró conseguir apoyos tanto de los vecinos como de algunos concejales, aún está siendo evaluada su viabilidad por el Área de Educación de Morón. El objetivo final es que en los próximos meses el Concejo Deliberante pueda sancionar una ordenanza y que esta idea se vuelva realidad.
"El hombre ha hecho de la Tierra un infierno para los animales”, dijo Arthur Schopenhauer. Así lo viven los caballos que habitan en Morón. Sin una solución que les salve la vida, su agonía continúa mientras las autoridades siguen mirando hacia otro lado, y los intentos de los vecinos por ayudarlos son insuficientes para acabar con la tracción a sangre de manera definitiva.
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